sábado, 5 de julio de 2008

¡Libres!

Esa es la palabra que escucharon los ocupantes de un helicóptero que sobrevolaba la selva. Y resulta emocionante ver las lágrimas de Ingrid Betancourt y los gritos del cabo Pérez, que le salvó la vida en la selva, y la emoción de los otros secuestrados cuando les dicen que están libres, después de años de estar encadenados en plena selva a manos de los putos iluminados. Y resulta gracioso ver cómo les han tomado el pelo a estos últimos, y cómo un supuesto periodista quiere entrevistar a uno de los jefes de los iluminados, y cómo se la han metido hasta el fondo, sin disparar un tiro.

Y dice Ingrid Betancourt que negoció durante su cautiverio para que le pusieran la cadena en un pie, y así poder dormir, y que terminaba con la clavícula pelada por el roce del hierro. Y cuenta que tenía que lavarse en un río y que la sacaban a gritos del agua, humillándola por tener el pelo largo; y explica que hacía sus necesidades en un agujero cada mañana; y relata las marchas de madrugada con la ropa húmeda, llena de hormigas, afrontando las picaduras de insectos de todo tipo. Y cuenta que enseñaba francés a compañeros de cautiverio, pero que con el tiempo ya no tenían nada que decirse y sólo estaban en silencio, cada uno pensando en otros lugares en otros tiempos mejores. Y nos narra que la muerte es la compañera más fiel del secuestrado. Y que salvó la vida gracias al cabo Pérez, que llevaba 10 años y 4 meses secuestrado, y que éste le dio de comer, cucharada a cucharada, al caer ella en una depresión muy profunda. Y confiesa esta mujer menuda que en ese infierno en vida se dejó “muchas plumas como la soberbia y la terquedad”, pero que también tuvo ganas de matar.

En fin, me alegro por esta mujer, por el resto de secuestrados, pero aún quedan cerca de 700 a manos de los iluminados. Y no me extraña que los iluminados de allá sean coleguitas de nuestros particulares iluminados entxapelados, sólo ver las imágenes de los secuestrados en la selva y las de Ortega Lara, revelan una espacio común múltiple o un mínimo común denominador. Y me la pela muy mucho el respaldo social o político que tengan estos o los otros, también lo tuvo Hitler, y Pol Pot, y Franco (increíble ver a tipos de 20 años enarbolando la bandera con el pollo en las celebraciones recientes), y Videla, y Castro, y Karadzic... A todos estos jodidos, por si un día consiguen ese mundo iluminado a su manera, ya les adelanto aquella frase que una vez dijo alguien y que la hago mía a mi estilo “¡no me cogeréis vivo, hijos de la gran puta!”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los iluminados son el peor de los peligros que nos acechan. Cualquiera que se sienta en posesión de la verdad absoluta y esté dispuesto a hacérsela tragar (como sea) a los demás (con la estúpida creencia de que los está salvando, hay que joderse) es un peligro.
Espero que llegado el momento a mí no me pueda el miedo y pueda gritar contigo que tampoco a mí me cogerán viva.
Me alegro por Ingrid Betancourt. Por cierto, creo que va a hacerse la peli...

fritus dijo...

No nos cogerán vivos...no señor.
La noticia me sorprendió enmedio del programa de Angels Barceló en la SER, mientras estaba en la cocina haciendo la cena , y al mismo tiempo comiendome unas olivitas y bebiendo una birra ( para que digan que los hombres no sabemos hacer dos cosas simultáneamente)...y me alegró como sólo una noticia así puede alegrarte, al tiempo que no pude por menos que pensar en la vida regalada que tenemos en esta nuestra España a salvo de guerrillas y de paramilitares , que al fin y al cabo el fascismo tiene varios colores,...( salvo la triste excepción de Euskadi, como has señalado en el post).

Cada día estoy más convencido de que amar la vida, (la tuya propia y la de los demás),y pensar que todos somos iguales ("todos somos mortales", como decía el pobre JF Kennedy, cadáver antes de cumplir los 50)son los dos únicos principios políticos que me mueven.

Un saludo, Gonzoman. A seguir bien.