sábado, 14 de marzo de 2009

Ese viejo cabrón y genial

Durante años, una famosa crítica de cine norteamericana le tildaba de fascista tras ver cada una de sus películas, aparte de otras lindezas que salían de su pluma. Nadie le tomaba en serio a aquel tipo de casi dos metros de alto, que empezó haciendo una olvidable serie del Oeste para la televisión, y que acabó en un país del sur de Europa al mando de un dictador con voz de pito, siendo dirigido por un peculiar italiano que quería hacer Westerns. Todos se habían olvidado de él en su país hasta que un director izquierdista le rescató para hacer el que fue, hasta ese momento, el papel de su vida: el de un policía justiciero, violento y fachilla que amenazaba con su Magnum a los macarras que se atrevían a desafiarle: “Come on, make my day” (“Vamos, alégrame el día”).

Hoy, han pasado cuarenta años, y no hay ser vivo en todo el planeta que no hinque la rodilla ante su obra. Los mismos que le tildaban de fascista, hoy se callan. Me resultó curioso escuchar no hace mucho a un gran escritor que adorna los viernes la contraportada del periódico más vendido de este país, decir que llegó tarde a Eastwood, quizás por sus prejuicios pasados hacia el personaje que interpretaba. Ahora, este mismo escritor y columnista, reconoce que tiene que rendirse ante la hondura y profundidad moral de la filmografía del ex “Alégrame el día”.

Puedo entender que la gente que lleva su ideología a rajatabla, no quiera asomar el morro a la filmografía de los primeros tiempos de este hombre. Pero para entender a un artista en su globalidad, hay que entender su vida y su pasado. Las películas de Eastwood de hoy no se entienden si uno no ve sus películas del pasado. “Sin perdón”, probablemente una de las mejores películas de siempre, no se entendería si uno no ve “Infierno de cobardes”, “El fuera de la ley”, “El jinete pálido”, además de la trilogía del dólar, o sea los spaghetti westerns de Leone. A mí, particularmente, no me gustan todas ellas, salvo “El fuera de la ley”, y “El jinete pálido”, una película incomprendida en su momento, pero que apuntaba directamente a lo que iba a venir después con William Munny.

La grandeza que tiene el paso del tiempo es poder juzgar con perspectiva y darse cuenta que la obra de un hombre la es en su totalidad. De hecho, el propio Eastwood en las entrevistas que he leído, aparte de mostrar sensatez y humildad desbordante, reconoce que prefiere su filmografía postrera, pero que no renuncia a su pasado. Vamos, igualito a tanto converso que me sé yo. Se supone que uno es el resultado de una vida, de unas vivencias, de un gran cúmulo de errores cometidos (al menos servilleta, mogollón, que diría un chavalillo de hoy), y de algún que otro acierto. El propio ser humano es el resultado de miles años de evolución, según decía Darwin, lo cual da que pensar y es para echarse a temblar, viendo cómo las gastamos. Pero de dónde sale la música, la literatura y el arte, sino de las entrañas de una especie mezquina como la humana.

Eastwood, desde mi humilde opinión, es quien es tras interpretar un sinfín de películas y dirigir unas cuantas más. Algunas pueden ser olvidables, pero en aquella primera parte de su vida ya se reconocían las señas de identidad de este tipo, que a casi sus ochenta años, da una lección tras otra al resto de irregulares cineastas que pueblan el planeta. Y probablemente lo hace porque a veces la genialidad, y este señor es un genio, llega cuando uno tiene el culo pelado de golpes, y este señor los tiene. Y voy a citar dos películas de esa época, que yo considero magistrales, y que seguramente no piensen ustedes igual, pero ya saben lo que decía Harry “El sucio”: las opiniones son como los culos, todos tenemos una.

La primera es un thriller de espionaje de la etapa en la que el Telón de Acero todavía estaba alzado. Ayyy, qué pelis producía el Telón de Acero. Se llamaba “Firefox”, y la trama básicamente consistía en el robo de un prototipo de avión soviético, que resultaba ser invencible, por parte del espionaje americano. Para la misión, la CIA llama a uno de sus mejores pilotos de caza, interpretado por el propio Eastwood. El piloto luchó en Vietnam y vive atormentado con su pasado, intentando esquivar a sus fantasmas en forma de víctimas, en concreto una niña vietnamita. Si no era un precedente de William Munny, pues que alguien venga y me lo diga, come on, make my day. La película no es perfecta, quizás falla al final, cuando ya roba el caza ruso, y le persigue un piloto soviético en otro prototipo. Pero incluso a mí me gusta este final, que se convierte en una especie de duelo tipo western. Sin embargo, lo que me dejó marcado de aquella película fue toda su primera parte, que podría haber sido firmada perfectamente por el gordo que dominaba el suspense: sí señores, Hitchcock. En esa parte del metraje, Eastwood nos muestra el entramado que monta la CIA para infiltrar a su piloto en la base soviética donde ocultan al avión. Es un thriller oscuro, contado con gran ritmo, y una de las mejores recreaciones que ha hecho el cine de Hollywood de la Unión Soviética (con la caída del telón, Rusia ya permitió rodajes en su tierra). La historia está plagada de antihéroes que se sacrifican por un objetivo superior (el sacrificio, otro de los temas preferidos por Eastwood), y en la que los malos (la KGB) están descritos de una forma ejemplar, entendiendo sus motivos, y sin un pelo de tontos ya que desmontan poco a poco todo el entramado que han organizado los norteamericanos. Particularmente, creo que es la última gran película de espías que se hizo, guste o no guste la parte del avión.

La otra gran película de aquella etapa, se llamaba “El jinete pálido”, una especie de remake de la otrora magistral “Shane” (“Raíces profundas”), la historia de aquel pistolero de pasado violento que trata de buscar la redención con unos pacíficos agricultores machacados por los ganaderos, y que se ve obligado a empuñar las armas, una vez más, para defenderles. Eastwood se atrevía a tocar un material intocable dándole una vuelta de tuerca, mostrándonos una peli con temática clásica del Oeste, pero mezclándolo con una historia de fantasmas, donde las plegarias de una niña que suelta un salmo hacia las montañas nevadas pidiendo ayuda para los suyos (unos mineros acosados por unos crueles terratenientes), se hace realidad con la aparición de un jinete fantasmal, montando un caballo blanco: “... Y cuando él hubo abierto el cuarto sello, oí a la cuarta bestia decir: ven a ver. Y yo miré. Y contemplé un caballo blanco. Y el nombre de su jinete era la muerte... Y el infierno le seguía”. De esta manera es presentado su personaje, con la niña leyendo el Apocalipsis, mientras su madre le prepara la comida. Las dos sienten un viento frío que suena, y contemplan a través de la ventana la llegada de un jinete de tez pálida que acompaña al padrastro de la niña. Con esta escena inquietante y única, gasté los cabezales de mi vídeo VHS, diciéndome a mí mismo que yo quería, algún día, presentar así a un personaje, de manera tan épica, tan misteriosa, tan turbadora. Pero nadie hablaba bien de esa película, y por aquellos tiempos, mejor me callaba la boca, y elogiaba “Bagdad café”, que quedaba mucho mejor, aunque apenas me acuerde de ella.

Hace una semana, se ha estrenado “Gran Torino”, su última película. Algunos decían que Harry “El Sucio” regresaba para ajustar cuentas, ahora ya en la tercera edad. Sólo puedo decir que mejor se acerquen al cine a contemplar el que parece testamento cinematográfico de un hombre genial (actor, músico y director). Es una película salpicada de un sentido del humor ácido y corrosivo, plagada de humanidad por todos sus poros y con un final que algunos han criticado, pero que nadie se espera. Como siempre, Eastwood ha sabido elegir un gran guión de un guionista novel, en cuyo material y personaje se vio reflejado. Justo lo mismo que se hace por estos lares con los guionistas que empiezan. Ese viejo cabrón y genial, que antes se cargaba macarras con un Magnum 44, y al que la izquierda no podía ver ni en pintura, deja a toda una platea sentada incluso cuando las luces se han encendido. Se lo prometo.




9 comentarios:

Yago dijo...

Como estaba sentado a tu lado y tampoco me movía ni con las luces encendidas, puedo dar fe.
Sólo queda cruzar los dedos para que no sea su última película: él dice que es su despedida como actor pero que seguirá dirigiendo... que no pare nunca...

Juanjo Ramírez dijo...

Aún no he visto el gran Torino, pero Eastwood es muy, muy grande.

Con respecto a esas "raíces profundas" que hicieron evolucionar al director de Sin Perdón, ¡recuerda que en los créditos finales de la peli hay un agradecimiento "a Don y a Sergio"!

Otra de mis pelis "pequeñitas" favoritas de Eastwood es "Un mundo perfecto"

Gonzalo Visedo dijo...

Yo creo que hará alguna más, pero ésta sonaba a gran despedida.
No, no.... "Un mundo perfecto" no es pequeñita, es grande, muy grande, demasiado grande... Yo quería hablar de las que hizo antes de "Sin perdón", un poco la catársis de este señor.
Claro que recuerdo el agradecimiento a sus mentores, por eso este tipo es el más grande

Cayetana Altovoltaje dijo...

Demasiadas palabras, Visedo.
El clint ta güeno.

fritus dijo...

Servidor de usté sabe (y si no se lo digo ahora) que soy un rojazo desde que tengo uso de razón política, ....pero que quiere que le diga, sólo de recordar a esa niñita pidiendo auxilio al grito de "PREACHEER!!" se me pone el vello como escarpias...o de recordar esa escena, al final de la peli, en la que el predicador fríe, uno a uno, a todos esos matones del capital en guardapolvos gris..., pues mire usté, le regalo Bagdad Café, formando pack con con otros sobrevalorados productos de los ochenta, aunque sospecho que no lo quiere...

Confieso que no me he tragado todas las de Sergio leone, ni la saga de "Dirty Harry" entera, pero algo he visto...ahora bien, Million Dollar Baby , Mystic River, Ejecución inminente,Medianoche en el jardín del bien y del mal, Sin perdón ,Cazador blanco-corazón negro, o Bird...sólo eso, le da para estar en un lugar de honor, de mucho honor.

Hinco la rodilla y que todos los fascistas fueran como Clint. Fíjate tú que me da a mí que ni Rouco ni su Espe Aguirre ven mucho cine
Un abrazo

Gonzalo Visedo dijo...

ay, amigo rojeras, ya lo imaginaba... "Predicador, predicador...todos le queremos" y el jinete pálido se pierde en la montaña, de la misma forma como llegó... Ha olvidado Mistic River, y El intercambio está última dos brazadas por encima de muchos, y eso que este año había buena cosecha de cine. Un mundo perfecto es demasiado grande, como ya he dicho.

No me gusta hacer comentarios por aquí, salvo para puntualizaciones, pero le tengo que hacer una, que a lo mejor no le mola... si me dicen que elija hacer una peli entre no sé... Zerolo, o Simancas, y La Espe... no le quepa duda, amigo, puedo votar a los otros, pero la peli la haría de ella... y, ojo, no sería para ponerla a caldo en plan panfleto, porque ni me molesto entonces... Tiene toda la chicha de un gran personaje de ficción, guste o no, que se que no gusta, peeero soy asín.

fritus dijo...

Nos ha jodío...cuánto le comprendo...también se han hecho muchas más pelis de Hitler que las que se harán de Josep/Jose/pepe Montila(probablemente ninguna)...pero yo prefiero de presidente al segundo, aunque parezca un aburrido director de sucursal de la Caixa.

un abrazo

Gonzalo Visedo dijo...

hombre, Montilla tiene más chicha que Zerolo o Simancas, que son muy políticamente correctos... con su catalán de andar por casa, su seriedad que parece esconder algo, su supuesta falta de carisma, esos personajes tb me molan... es que me aburren los guays con lo políticamente correcto siempre en la boca, ¿lo he dicho ya en alguna ocasión?

Pensaré lo de La Espe con bigotillo

Can Cansino dijo...

"Las opiniones son como los culos, todos tenemos una."

Me encanta.