jueves, 24 de enero de 2008

Una vez

Erase una vez un músico cuarentón que cantaba y tocaba con su vieja y estropeada guitarra en las calles de Dublín, el único lugar donde podía dar rienda suelta a su talento. Tocaba canciones conocidas de día, porque si no la gente no soltaba ni la perra gorda, y de noche tocaba su propio repertorio, porque, total, a esas horas nadie le escuchaba. Así, día tras día, hasta que una noche una inmigrante de origen checoslovaco, que repartía flores por la calle para sacar adelante a su pequeña hija y a su madre, se paró a escucharle. Ella enseguida reconoció su talento, quizás porque también cantaba y tocaba el piano, pero como no tenía dinero, iba a una tienda de instrumentos donde le dejaban practicar. Y los dos se pusieron a tocar y a comunicarse con un único lenguaje: la música. Y pasan más cosas, pero tendrán que descubrirlas ustedes, y lo harán en una película estrenada hace ya unos meses, y que es la película del año: “Once”. No, no es el cuponazo (aunque también), es una pequeña película irlandesa, una especie de musical, si se le puede llamar así, o digamos que es una película cuyos diálogos son las canciones, grandes canciones, hermosas canciones.

Es inevitable hablar de ella, pese a los meses de estreno, y recomendársela a ustedes, o mejor, compartirla con ustedes, quizás porque es la peli que todo tipo que cuenta historias quisiera hacer, para que engañar. Es una película realizada con dos duros, dos peniques, o dos euros, qué más da. Está protagonizada por gente desconocida, que ni siquiera son actores profesionales, simplemente cantan y tocan. Es una historia sencilla, absolutamente sencilla, pero compleja a su vez, porque está hecha con la mejor materia posible: los sentimientos. Es conmovedora pero a su vez realista, porque las cosas nunca salen como se quiere o se desea; es dulce pero a la vez amarga, porque la vida es así, nos guste o no, y ustedes lo saben; es pesimista pero a la vez optimista, porque no todo es blanco y negro, y a todo final le sigue un principio; son muchas cosas más que podrán añadir después de verla, pero, si tras el mejor final de los últimos tiempos, no se conmueven aunque sea un poquito, o les toca por algún lado, entonces deben resetear, o mejor, apagar y volver a encender.

Así que ya saben, dejen lo que estén haciendo: el trabajo, los papeles, la plancha, la lavadora, el sofá, la cena, el tocamiento de eggs (lo pueden hacer luego) y corran, salten, brinquen, empujen, vuelen…, lo que quieran. A mí me la recomendó el pasado verano un amigo al volver de USA, donde se estrenó en tres salas, pero tras unas semanas se vieron obligados a ponerla en 136 salas. Ya la he visto dos veces, y creo que a lo mejor cae de nuevo, porque soy así de pervertido con lo que me gusta. Creo que aún se mantiene en algún cine en VOS (fundamental). Los que estén más allá de la capital del Imperio, pues no sé, busquen, escarben, merodeen, olfateen, indaguen, o bien saquen un billete de autobús, de tren, de avión, de barco, de nave espacial, lo que sea, pero no dejen de verla…, aunque sólo sea una vez.




7 comentarios:

Pablo Gonzalo dijo...

La ví el otro día y los pelos como escarpias, efectivamente. Muy recomendable.

Yago dijo...

Como bien sabe, ya fui a verla cuando la recomendó. Emocionante. Me bajé la banda sonora y la escucho con mucha frecuencia.
Hasta puse una canción en mi blog!

Gonzalo Visedo dijo...

Aunque lo escribí hace unas semanas, me parece que debía colgarlo en el blog... Por cierto, han nominado la canción Falling slowly a los Oscars... Yo le hubiese dado algo más, pero casi mejor así. Tb han nominado el guión original de la sublime Ratatoille (por supuesto está nominada a mejor peli de animación), como ya predije hace tiempo, aunque a ésta yo la hubiese nominado tb a Película y Dtor, pero qué guión, señores...Todo guionista que se precie debe ir con bloc de notas. Hay una pequeña secuencia, mejor un plano, en esta película, que es para poner un marco... Es fácil de adivinar porque se te pone un nudo en la garganta y la lágrima salta. Grande, muy grande esta peli, el que no la haya visto debe domir mal por las noches

Juanjo Ramírez dijo...

No conocía "11". Me la apunto!!

Tal y como la narras, empieza como el tipo de historia que me gusta.

De hecho, me recuerda un poco a un guión de cortometraje que le escribí hace tiempo a tu "hermano" Raúl :)

Un abrazo.

Gonzalo Visedo dijo...

Debes verla, Juanjo, a la mayoría les suele gustar, pero también tiene sus detractores, asín es la vida. Con éstos suelo batirme a pistola, aunque yo soy más partidario de la navaja, faca, o cheira, que es más macarra, y me mola mas...

Por cierto, tengo pendiente los crímenes de tu admirado De la Iglesia, aunque nadie la pone bien... Eso sí, estuve leyendo su blog, por recomendación tuya, y efectivamente es fascinante. Y me llevé la muy grata sorpresa de que es aficionado como yo a los wargames y de estrategia.

Por cierto, han publicado el blog entero junto al guión. Esperemos que no sea más fascinante el blog que la historia.

Anónimo dijo...

Aún en estado de shock por haber descubierto las maravillas de tener un proyector en casa (lo acabo de estrenar), he tardado unos días en escribirle, señor Gonzo.

Efectivamente, hay películas que justifican que el cine sea sonoro (lo siento, Norma Desmond) y supongo que Once será una de ellas. Va derecha a mi lista "para ver" (y escuchar bien, en este caso).

Por otro lado, y entiéndame bien, no me gustan las pelis "emocionantes". Y sospecho que ésta lo es. Me da vergüenza mostrar mis emociones en público, aunque sea entre ese público semianónimo que nos rodea a oscuras en las salas de cine. Cuando vivo -perdón, veo- una peli no me gusta que se me escape ni un suspiro, ni una ezclamación, ni mucho menos una lágrima. Luego, en casa, de noche y en la cama, cuando se abre ese maravilloso cine que todos tenemos en la cabeza, uno revive la peli en cuestión y ya puede reír, llorar o tocarse si le apetece, libre de miradas infrarojas e indiscretas.

De ahí lo del proyector. Digo lo que me ha costado y parecerá caro, pero yo echo cuentas y con lo que me voy a ahorrar en entradas de multicines, psicólogos y cañas mientras abren la sala, no sé cómo no lo he comprado antes.

Anónimo dijo...

Me hace gracia lo de señor Gonzo... Debo decirle, señor niñomarinerito, que lo del proyector es muy interesante, y que ver pelis en casa, y en proyector ni más ni menos, es cojonudo, pero no hay nada como la experiencia de una sala de cine... De hecho, sigo identificando las salas de cine por sus olores, y echo mucho de menos muchas pequeñas salan que poblaban Madrid, y que han ido cerrando. A pesar del dvd y las multisalas, el cine permanecerá, y aunque es embarazoso lo de lágrima, y le entiendo, no hay nada como la "Comunidad de emociones", tal y como denominó el gran guionista William Goldman a un montón de gente anónima a oscuras viendo una pantalla en blanco, todos llevados por la misma emoción (no piense que es usted el único), y mola oír carraspear a la gente evitando de esa forma que le caigan los lagrimones...Incluso el vómito común, cuando la peli es un coñazo, tb tiene su aquel.

En fin, amigos, no dejen de ir al cine, es lo más grande que se inventó en el s.XX, junto con el fútbol y el tigretón.