sábado, 4 de octubre de 2008

Yo soy Kong

“Y entonces la bestia miró el rostro de la bella. Y detuvo su mano asesina. Y desde ese día, estuvo destinado a morir”.
(Proverbio árabe)

Yo era un rey en mi mundo hasta que la conocí a ella. Vivía en una isla perdida rodeado de criaturas olvidadas que me temían. Vivía tras un muro que los habitantes de la isla construyeron huyendo de mi ira. Y bien que hicieron al construirlo esos innobles cobardes que cada cierto tiempo me ofrecían a alguien de los suyos en sacrificio. Me temían porque vivía sin ataduras y sin normas, me temían porque era libre de elegir cómo vivir y cómo morir.

Yo era un rey en mi mundo hasta que un día un barco de un país lejano atracó en la bahía, y ése fue el principio del fin. Acudí al sonido de los tambores y extendí mi poderoso brazo buscando la presa, cuando entonces me encontré con ella, con su pelo rubio, con su piel pálida, con su hermosa mirada, y enseguida mi corazón se estremeció. Entonces empezó una persecución temeraria por toda la isla. Me intentaron atrapar, pero acabé con casi todos ellos, sino lo hizo la isla antes.

La llevé conmigo a mi guarida, soñando que la convencería, que se quedaría para siempre, que nunca más estaría solo, pero su mirada era de terror y me rechazaba. Fue entonces cuando huyó de mí y se encontró con dos dinosaurios feroces que decidieron probar su carne delicada. Mi ira estalló y me enfrenté a los dos. Les destrocé sus poderosas mandíbulas, les machaqué, les trituré y lamentaron la osadía de hacerle algo a ella, de haberme desafiado. Y fue entonces cuando ella intentó complacerme, pero estaba demasiado agotado, necesitaba curar mis heridas. Y mientras dormía, uno de ellos, uno de los cobardes que había sobrevivido, se acercó sigilosamente a mi guarida, y la arrebató de mis manos.

Les perseguí desesperado por toda la selva, destrocé el muro a puñetazos, me enfrenté de nuevo a ellos que me esperaban con sus cobardes armas, pero caí en la trampa, estúpido de mí. Cuando huían en sus botes, me durmieron con un veneno que tenían preparado, y entonces me llevaron a su mundo y me convirtieron en una atracción de feria.

Allí, delante de miles de personas que me miraban entre asustados y divertidos, comprendí que nunca más volvería a mi isla, pero me daba igual, yo sólo quería estar con ella. Y entonces la volví a ver, volví a ver su pelo dorado, su piel blanquecina, su mirada transparente, y destrocé las cadenas, destrocé su teatro, y conseguí recuperarla para llevarla al lugar más alto del mundo.

Pudimos estar solos nuevamente, y contemplamos juntos un último amanecer, y vimos los confines del mundo, y ella me sonrío por fin, antes de que me atacasen de nuevo, ahora con inventos voladores que me mordían por todo el cuerpo y que fueron mermando mis fuerzas poco a poco. Pude acabar con algunos de ellos, pero apenas podía aguantar, apenas podía sostenerme, ya no podía luchar más. La miré por última vez, observé que se la llevaba el mismo que la arrebató de mis manos, allá en mi guarida. Y entonces caí al vacío para siempre.

Yo era un rey en mi mundo hasta que la conocí a ella. Yo soy Kong.



Ya sé que no es el Kong ni la selva a la que están ustedes habituados, pero es el que tengo más a mano y, además, cuando das una palmada, canta "la Macarena", así que...

6 comentarios:

oliver sotos gonzález dijo...

La verdad es que nunca me gustó la historia del rey kong. Aunque contada como usted lo hace, llega a ser bu potita. Pero de todas maneras, para mono, me decanto por el planeta de los simios doblado por Florentino Fernández en el mítico "informal", con una excelente actuación del "Culebras" de Heston.

Y qué me dice de los duelos entre King Kong contra Gozilla, con unos científicos japoneses flipándolo ante tamaño duelo. Si he de serle sincero, tampoco es que fuera un seguidor máximo de estos filmes, pero recuerdo ver algunos pasajes en la tele. Y la verdad, no tenían precio.

Y si hay una frase dirigida a un mono que realmente ha marcado mi infancia, esa ha sido "ankawa" (o algo así), de Tarzán a Chita (o Cheetah, o como sea). Madre mía del corazón hermoso!!!!! Esas películas de sobremesa después de los dibujos animados!!!!! Siempre nos quedará el yutub para rememorar aquellos momentos.

Saludos!!!

Anónimo dijo...

Qué mono ese mono...
Y qué requetebién que cuentas las cosas, querido Gonzo...

Kike dijo...

He llorado, macho. Adoro a Kong (en todas sus versiones) y creo que has descrito perfectamente lo que piensa el simio. Además, la foto es genial (y baila la macarena).

fritus dijo...

eiii...macarena..auuung!

No se que tienen los gorilas que despiertan mi afecto, supongo que es eso de reconocerse en el primate y verle un poco como al primo lejano, el del campo...( de la selva en este caso). Fantástico monólogo interior de Kong, ríase Ud. de Joyce o de Luís Martín Santos en tiempo de sielncio...para que luego digan que son irracionales....hay que ver...como decía ell gran chiquitorrr...los hay que en vez de graduado escolar tienen una etiqueta de anís del monorr.

Un abrazo primate...ugh

Anónimo dijo...

Tengo que reconocer que es conmovedor, me ha emocinado, sniff sniff. Conocía la historia pero nunca había visto la película. Ahora si la echan por la tele y no tengo otra cosa mejor que ver seguramente la veré y me preguntaré ¿Por qué la estoy viendo si el gran conocedor del mundo y de la vida que subscribe este blog me ha desvelado el puto final?

PD: el mono sale guapisimo con su pijama de rayas

Can Cansino dijo...

Yo echo mucho de menos el Donkey Kong II. Con sus hijitos los donkeykonguitos que salvaban a su papá que estaba atrapado en la pantalla de arriba...

http://www.minijuegos.com/juegos/jugar.php?id=4630